Los seres humanos necesitamos marcarnos metas y tener un rumbo en la vida. Sin embargo, muchas veces cuando conseguimos ese objetivo que nos habíamos marcado nos damos cuenta que no nos sentimos tan entusiasmados como habíamos imaginado. Tenemos que reemplazarlos pronto por otros, sino comenzaremos a sentirnos frustrados, apáticos…
Quizás nos hayamos olvidado de algo muy importante y es que “el camino y la meta son la misma cosa” que recorrer el camino es lo más gratificante y si cada paso del camino lo disfrutamos y saboreamos nos vamos saciando, nutriendo por dentro y al llegar a la meta estaremos plenos, aprenderemos, creceremos como personas.
Otra cosa que solemos hacer es fijarnos demasiadas metas a la vez, lo que nos puede llevar al estrés. Por ello es bueno recordarnos hacer una tarea cada vez poniendo atención plena en eso que estamos realizando, evitaremos en la medida de lo posible las multitareas. No olvidemos tomarnos unos minutos para observar y sentir la satisfacción que nos da la tarea cumplida, en vez de pensar en lo que queda por hacer.
A veces, desearas tirar la toalla, darte por vencido cuando te propones un objetivo y no parece llegar a conseguirlo, pasarás por momentos de frustración, cuando eso suceda, no olvides, que a menudo, los momentos de mayor frustración preceden a momentos importantes de avance. Cuando nos damos cuenta que los momentos difíciles nos ayudan a crecer, automáticamente nos sentimos más relajados y en paz.
“No es sólo cumplir nuestras metas, más importante aún que las metas cumplidas es ver la persona en la que nos convertimos en el proceso de hacerlas realidad”
Camilo Cruz
“Sólo aquellos que se atreven a tener grandes fracasos, terminan consiguiendo grandes éxitos”
Robert F. Kennedy
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