Las siguientes palabras de Simone de Beauvoir me parecen muy significativas:
«No se nace mujer, llega una a serlo»
Y ¿cómo se llega a ser mujer?
Todas las personas, tanto mujeres como hombres, desde la infancia recibimos información acerca de cómo ser hombre o mujer, como pensar, actuar como mujer o como hombre. Lo que va conformando en nuestro interior un modelo de ser mujer. Nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos intentarán ajustarse a ese modelo, ya que ello nos da seguridad.
Así, hasta hace pocos años, el modelo ideal de mujer era el de ser esposa, llevar bien su casa y ser una perfecta madre, lo que implicaba ser sensible a las necesidades de los otros, tener una actitud comprensiva, suministrar atención y cuidados, ofrecer apoyo, enseñar y educar. Cuidar y mantener el equilibrio emocional y psicológico familiar.
En las últimas décadas esto ha ido cambiando, la mujer se ha ido incorporando cada vez más al mundo laboral y con ello se ha incorporado un nuevo modelo ideal de mujer “la eficaz profesional”.
Sin embargo, para muchas mujeres esto no ha significado una liberación sino una mayor responsabilidad, ya que no sólo debe cumplir con las exigencias del trabajo doméstico y la vida familiar sino que también ha de cumplir con las exigencias laborales. Ahora tendrá que repartir su tiempo y energía en dos ocupaciones, la vida laboral y la vida familiar.
Y aunque existe la ley de conciliación familiar y laboral, la realidad es que no resulta fácil conciliar y que suele ser la mujer la que reduce su jornada laboral para el cuidado de menores o mayores dependientes.
Así que, en el Día Internacional de la Mujer, mi reconocimiento a todas esas mujeres luchadoras y valientes, que he ido conociendo a lo largo de mi vida personal y profesional. A esas mujeres que a pesar de las adversidades encontradas en el camino siguieron y siguen adelante y mi reconocimiento también a esos hombres que entendieron y entienden esa lucha y nos acompañan en el camino.
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