Aceptación, que tranquilizadora palabra cuando se consigue y qué difícil resulta, a veces. En mi trayectoria personal y profesional, me he peleado muchas veces con lo que había que no me gustaba.
Durante años he trabajado en diferentes ONG, ahora lo hago solo en mi consulta. Me decepcionaban algunas de las formas de hacer que me parecían contradictorias e incoherente conlos valores e ideario de las mismas. Cuando esto sucedía me enfadaba conmigo misma y con la entidad y solo cuando me calmaba, aceptando lo que había, podía ver lo bueno de la situación, tomar distancia, ver lo que dependía de mi para cambiarlo y escucharme, observando con calma si quería permanecer en ese lugar.
Sigo peleando con lo que hay a mi alrededor que no me gusta y de nuevo sólo cuando vuelvo a la aceptación de lo que hay y a la aceptación de lo que yo puedo cambiar me siento en paz. Aceptación que no es lo mismo que Resignación, en la resignación hay rabia y frustración en la aceptación hay calma, paz interior.
Cuando dejo de pelearme conmigo misma y con lo que me rodea, en ese intento de cambiar lo que no me gusta y observo con curiosidad lo que esa situación o persona me puede aportar hay menos auto exigencia, menos exigencia al otro, más confianza y más alegría. Puedo disfrutar del momento presente.
Aceptar que hay cosas que puedo cambiar y cosas que no.
Aceptar que yo no puedo cambiar a la otra persona.
Aceptar el como soy en este momento de mi vida.
Esto es para mí la aceptación.
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