La humildad es un modo de actuar, una actitud que está presente en todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Así, la persona humilde es la que conoce sus limitaciones y no se desprecia por ello.
La persona humilde reconoce ante los demás lo bueno y malo que hay en ella. La humildad se aprende y sólo podemos ser humildes cuando nos conocemos a nosotros mismos.
Lo contrario a la humildad es el orgullo. Este se presenta haciendo patente su actitud engreída, despectiva, descalificadora y hasta desafiante. El orgullo se cree siempre en posesión de la verdad.
Lo normal es sentirse incomodo ante el orgullo, que necesita percibirse dominador y por encima de los demás. ¿Por qué lo hace? Pues porque no cree en si mismo, ni en sus potencialidades y necesita compensar su tremenda inseguridad, falta de autoestima y fragilidad psíquica con el menosprecio, el insulto o la descalificación del otro.
El miedo y la inseguridad que infunde en los otros alivia un poco el pánico que se tiene a si mismo y a la vida.
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